Ilustres personales y politicos, emocionados discursos, veteranos con medallas, gloriosos inválidos, banderas, banderines, paradas militares, fanfarrias, cornetas, himnos, que en menor medida -según la importancia de Ia localidad- se van sucediendo a lo largo de todo el verano, porque un largo verano necesitaron los aliados para liberarla…
Y al fondo una vasta operación turística, que desde hace meses enfrentó a franceses e ingleses, porque estos últimos, copropietarios del carro vencedor, han preparado, también, otros actos conmemorativos en Southampton, de cuyo puerto partieron tantos soldados, americanos e ingleses especialmente, hacia la victoria, la gloria… y Ia muerte en algunos casos.
Pero Normandia es algo más que el recuerdo de una batalla decisiva para el destino de Europa. Normandia ha sabido permanecer fiel a sí misma, casi intacta pese a las asechanzas de intrépidos aventureros de la especulación edilicia en su integridad física y maravillosamente-«demodée en muchos lugares.
Qué ver en Normandía: Tras las huellas de Wilde
En la parte oriental de Normandía está Dieppe, en el departamento del Sena Marítimo más a su derecha, a nueve kilómetros, se alza un pueblecito llamado Berneval. Más allá Le Treport y se acabó la Normandía.
¿Qué hacíamos el fotógrafo y yo en un pueblo tan inocuo como Berneval aparenta ser? Simplemente, buscar las huellas de Oscar Wilde. Mi admiración hacia el genial irlandés surgió, naturalmente, de sus obras en general, y no de sus comedias en particular-y de un maravilloso prólogo de Ramón Gómez de Ia Serna. Creo en los prólogos ; deciden muchas pasiones literarias. Habíamos intentado en Paris, el día anterior, fotografiar Ia habitación del hotel don-de vivió, muy cerca del Sena.
Ahora se llama «Le Belien», Perocuando murió era el “Hotel de Alsacia”.
No nos dejaron porque Ia ocupaba un cliente. Nos contentamos con fotografiar su tumba en el cementerio del Padre Lachaise, adornada con flores de… plástico. Wilde, en vida,no lo hubiera consentido, pero nunca pudo, al final de su existencia, levantar cabeza y menos ahora. El, que regalaba a los pobres trajes nuevos pero pasa-dos de moda, raídos con piedra pómez. Mis pretensiones en Berneval resultaron inútiles. Del Berneval de Oscar Wilde no queda nada. Vino aquí tras sus dos años de prisión en la cárcel británica de Reading, y aquí escribió su dramática «Balada de la cárcel de Reading». De la iglesia donde él acudia increíble a misa todos los días, ni rastro. El bombardeo aliado de 1942 Io arrasó todo. La nueva iglesia es tan vulgar como las flores de plástico de su tumba parisina. Queda un sendero que se supone utilizaba para descender a la playa, y enfrente, tras el horizonte marítimo, su amada Inglaterra.
Todo empezó en Dieppe…
En Dieppe viven con Ia constante frustración de ver pasarlos turistas de un lado para otro del Canal. Son los que toman-con sus coches- el ferry que los transporta en cuatro horas escasas a Newhaven, en las costas inglesas, cerca de Brighton.
Los turistas ahorradores suben por carreteras repletas de tráfico hasta Calais y Boulogne… Este año Dieppe quiere recordar al mundo entero que aquí se hizo un ensayo general, la prueba anterior del desembarco glorioso de 1944, dos años antes.
Desde el «hall» de entrada del «Hotel L’Univers> aquella tragedia, que nadie quiere ahora recordar, parece recobrar otra dimensión. Porque el edificio que alberga a este hotel es de los pocos que sobrevivieron a aquella catástrofe. Lo ocupaba el cuartel general alemán y la dueña me dice que «no respetaron nada, estropearon la maravillosa chimenea y un motorista pasaba a toda velocidad por el salón para ahorrar tiempo… » Todo eso ocurrió el 19 de agosto de 1942. Churchill e wams Operación «Jubileo». Fue algo así como un«reconocimiento de fuerza», que supuso en menos de seis horas de combate más de mil muertos y seiscientos heridos anglo-canadienses quinientos muertos y trescientos heridos por parte ale-mana ; más de cien aparatos dela RAF abatidos y cincuenta por parte de la Luftwaffe.
”Normandía es algo más que el recuerdo de una batalla decisiva para el destino de Europa. Normandía ha sabido permanecer fiel a sí misma, casi intacta pese a las asechanzas de intrépidos aventureros de la especulación edilicia
¿Qué ver en Normandía? Ruta a fondo en 5 días
Día 1-. Rouen
Salida de París por la mañana con destino a Rouen.
Parada para comer en La Couronne, donde Julia Child dice que se ” ha enganchado de por vida ” después de devorar ostras y lenguado meunière; solicite el menú Julia Child, que reproduce fielmente su fiesta. (Otro lugar excelente es el restaurante de dos estrellas Gill a orillas del Sena).
Después del almuerzo, explora el encantador barrio medieval de Rouen. La magnífica Catedral de Notre-Dame, de estilo gótico alto, construida durante los siglos XIII y XIV, contiene la tumba de Ricardo Corazón de León y fue también un tema recurrente para Monet cuando vivió en la cercana Giverny. El magnífico museo de Bellas Artes, uno de los mejores museos provinciales de Francia, exhibe uno de estos lienzos, junto con obras de Géricault, Boudin y otros. Visite la Place du Vieux-Marché, donde Juana de Arco fue quemada en la hoguera en 1431.
A continuación, continúa hacia tu hotel, el Château La Chenevière, que se encuentra a 10-20 minutos de las playas del Día D.
Si deseas ampliar la información para visitar Rouen, visita la guía de Ilutravel.com para ver Rouen, está todo bastante detallado.
Día 2-. Caen
Empieza tus aventuras por Normandía en Caen, una de las primeras ciudades liberadas de los alemanes. Comience caminando a través del Cementerio Americano cerca de Omaha Beach, con 9,387 cruces y Estrellas de David marcando las tumbas de las víctimas americanas. Andrew Harper describe el centro de visitantes como “profundamente conmovedor y bellamente concebido”. La cercana Pointe du Hoc permanece prácticamente inalterada desde que los Rangers del Ejército norteamericano escalaron sus escarpados acantilados bajo el fuego fulminante del enemigo. Bañado por cráteres de bombas, el acantilado todavía conserva numerosos búnkeres alemanes.
Almuerza en La Marée en Grandcamp-Maisy, con vistas al puerto. Disfruta el resto de la tarde con tranquilidad.
Día 3-. Bayeux
Empieza la mañana explorando el pueblo de Arromanches, donde 20.000 empleados británicos crearon un puerto artificial a partir de barcos hundidos intencionadamente, inmensos cajones de hormigón y kilómetros de calzada flotante, muchos de los cuales siguen en pie. Un millón de soldados pasaron por este puerto, que volvió a la palestra recientemente con la publicación de la película Dunquerque.
También puede visitar el sombrío cementerio alemán de La Cambe. Sigue siendo fascinante por lo diferentes que son la distribución y el diseño de los del Cementerio Americano cercano.
A continuación, dirígete a Bayeux, que cuenta con un casco antiguo bien conservado, incluida una impresionante catedral del siglo XII. Después de explorar la ciudad, apúntate a comer en Le Lion d’Or, un acogedor restaurante de cocina tradicional normanda.
La atracción más famosa de Bayeux, el enorme tapiz del siglo XI que cuenta la historia de la conquista normanda de Inglaterra, también merece una visita.
Esta noche, cena en L’Ecailler, que ofrece marisco normando de primera calidad con vistas al puerto de Port-en-Bessin.
Día 4-. Caen Memorial
Comienza con una visita al Memorial de Caen, ampliamente considerado como la mejor exposición de la Segunda Guerra Mundial en Francia. Ésta recorre la historia de la guerra desde 1918 hasta el presente, pero las exposiciones del Día D son particularmente apasionantes.
Descansa el resto de la mañana y dedica las primeras horas de la tarde para degustar las especialidades locales, como el brandy de Calvados y el queso Pont l’Evêque.
El resto del día es tuyo para explorar por tu cuenta, o si lo prefieres, para relajarte y disfrutar de las instalaciones de tu hotel.
Día 5-. Regreso
Como nos gusta viajar con tranquilidad, recomendamos dejar el último día para regresar tranquilamente a nuestra ciudad natal. ¿Qué es eso de pegarse la paliza y regresar a casa el domingo de madrugada cuando el día siguiente trabajamos?
Escoge un vuelo de vuelta a mediodía, y dedica la mañana a pasear por el centro de la ciudad o las inmediaciones de tu hotel elegido. Siempre hay algo que hacer antes de partir. Comprar ese recuerdo que se nos quedó pendiente en una de las tiendas, o volver a la cafetería que tenía tan buena pinta y descubriste demasiado tarde son cosas muy frecuentes en los viajes cortos.